El espacio aéreo y marítimo en la seguridad nacional: un desafío estratégico

En un mundo cada vez más interconectado, los espacios aéreos y marítimos se han convertido en dos de los componentes más críticos en la seguridad nacional de cualquier país.

Estos dos dominios, aparentemente ajenos entre sí, están profundamente interrelacionados y juegan un papel fundamental en la protección de fronteras, la prevención de amenazas externas y especialmente, la preservación de la soberanía de las naciones.

El espacio aéreo es la porción de la atmósfera que está bajo el control de un país y que está definida como el área en la que un Estado ejerce soberanía para regular y controlar el tránsito aéreo. Este espacio incluye tanto el aire sobre las tierras y mares de un país como las rutas de navegación aérea internacionales que atraviesan sus fronteras.

Se organiza en diferentes niveles de altitud o capas, que son importantes para los distintos tipos de tráfico aéreo (comercial, militar, de investigación, etc.):

  • Espacio aéreo de vuelo bajo (Low Altitude Airspace): Este espacio incluye desde la superficie hasta los 24,000 pies (aproximadamente 7,300 metros) de altitud. Es donde operan la mayoría de las aeronaves comerciales, aviones ligeros y helicópteros, así como aviones militares en maniobras de baja altura.
  • Espacio aéreo de vuelo medio (Medium Altitude Airspace): Generalmente entre los 24,000 y 60,000 pies (7,300 a 18,300 metros), donde operan aeronaves que no requieren volar tan alto como los aviones de línea aérea comerciales, pero que necesitan estar por encima del tráfico aéreo de baja altura.
  • Espacio aéreo de vuelo alto (High Altitude Airspace): Usado principalmente por aviones comerciales en vuelos de largo alcance o aviones militares, así como por aeronaves que están en misiones de observación o en vuelos de investigación. Se encuentra por encima de los 60,000 pies (18,300 metros).

Además de la altitud, el espacio aéreo también se clasifica por su uso y control. Puede ser:

  • Espacio aéreo controlado: Donde el tránsito aéreo está sujeto a la gestión y control de las autoridades nacionales o internacionales de aviación (como la FAA en EE. UU. o la EASA en Europa).
  • Espacio aéreo no controlado: Espacios donde no hay un control activo del tráfico aéreo, pero aún pueden estar sujetos a reglas generales de vuelo.
  • Espacio aéreo restringido: Áreas designadas por razones de seguridad, como zonas militares, áreas de pruebas de misiles, o regiones con condiciones especiales de vuelo.

Cada país tiene el derecho soberano de regular y controlar su espacio aéreo, y cualquier aeronave que ingrese o sobrevuele dicho espacio debe seguir las normativas y regulaciones nacionales, a menos que haya acuerdos internacionales específicos, como los establecidos por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), para el tráfico aéreo global.

Por su parte, el espacio marítimo es la porción del mar sobre la cual un país ejerce su soberanía y autoridad, regulando el uso de sus aguas, recursos y actividades. Al igual que el espacio aéreo, el espacio marítimo es fundamental para la seguridad nacional, la economía y la protección de recursos naturales.

El espacio marítimo se clasifica en varias zonas, dependiendo de la proximidad a la costa y la jurisdicción de cada Estado. Estas son las principales categorías:

  • Aguas Territoriales: Las aguas territoriales son la franja de mar adyacente a la costa de un país, sobre la cual el Estado ejerce soberanía completa. La extensión de estas aguas se limita a 12 millas náuticas (aproximadamente 22 kilómetros) desde la línea de base, que suele ser la costa o una línea imaginaria trazada desde puntos de referencia geográficos. Dentro de este espacio, el país tiene derecho a regular la navegación, la pesca, la explotación de recursos y las actividades científicas. Sin embargo, otros países pueden tener derecho de paso inocente, lo que significa que los barcos extranjeros pueden navegar por estas aguas, siempre que no representen una amenaza para la paz, el orden o la seguridad del país costero.
  • Zona Contigua: La zona contigua es una franja de mar que se extiende más allá de las aguas territoriales, hasta 24 millas náuticas (aproximadamente 44 km) desde la línea de base. En esta zona, un Estado tiene derecho a ejercer ciertas competencias, como la prevención e investigación de infracciones a las leyes aduaneras, fiscales, de inmigración o de sanidad. Aunque no se ejerce soberanía total sobre esta área, permite que el país tome medidas para proteger su integridad legal y administrativa.
  • Zona Exclusiva Económica (ZEE): La Zona Económica Exclusiva (ZEE) es un área más amplia que puede extenderse hasta 200 millas náuticas (aproximadamente 370 km) desde la costa de un país. En esta zona, el país tiene derechos especiales sobre los recursos marinos, como los recursos pesqueros, las reservas de petróleo y gas en el lecho marino, y otros recursos naturales. Aunque otros países tienen libertad de navegación y sobrevuelo en la ZEE, el Estado costero tiene el derecho exclusivo de explorar, explotar, conservar y gestionar los recursos de la zona. En la ZEE, los países pueden establecer reservas marinas, regular la pesca y llevar a cabo actividades de investigación científica. Es un área crucial para la seguridad económica, ya que muchas naciones dependen de estos recursos para sustentar su economía.
  • Plataforma Continental: La plataforma continental es la extensión del territorio terrestre bajo el agua que rodea la costa de un país. Se extiende desde la línea de costa hasta una profundidad de aproximadamente 200 metros o hasta donde se encuentre una inclinación más pronunciada del fondo marino, conocida como “línea de talud continental”. Los países tienen derechos sobre la plataforma continental para explorar y explotar los recursos minerales y energéticos bajo el agua, como el petróleo y el gas natural, hasta una distancia de 350 millas náuticas (unos 650 km) en ciertas circunstancias.
  • Alto Mar: El alto mar es la porción de los océanos que no está bajo la jurisdicción de ningún Estado. Esto incluye las áreas más alejadas de las costas, más allá de las ZEE de cualquier país. En estas aguas, las naciones tienen la libertad de navegar, pescar, realizar investigaciones científicas, y realizar otras actividades, pero deben cumplir con las regulaciones internacionales. El alto mar está regulado por tratados internacionales, como la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), que establece normas para la protección del medio ambiente marino, la regulación de la pesca, y la delimitación de las zonas marítimas.

En síntesis, el espacio aéreo y marítimo son piezas fundamentales en el tablero de ajedrez de la seguridad nacional. En un contexto global cada vez más interconectado, los países deben fortalecer sus capacidades de vigilancia y defensa en estos dominios para salvaguardar su soberanía y proteger sus intereses estratégicos, pero especialmente, la cooperación internacional, la innovación tecnológica y una visión integrada de la defensa son claves para afrontar los desafíos en estos frentes. (Santiago Sánchez León/AI)